Maniobras preliminares y escaramuzas

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La escaramuza de Nuestra Señora de la Peña

Con las primeras luces del día 22 de julio, las patrullas de la división de Foy, la unidad más avanzada del ejército francés, llegaron al pueblo de Calvarrasa de Arriba. Marmont se le unió enseguida, ocupando las tropas ligeras la formidable posición de los altos de Calvarrasa, una cadena de riscos elevados unos diez metros sobre un valle que se extiende hacia el oeste. La aislada ermita de Nuestra Señora de la Peña está construida en un amplio escalón del terreno antes de llegar al punto más alto. Fluyendo hacia el norte y bajo esos altos se encuentra el pequeño arroyo de Pelagarcía. En las alturas cercanas a la ermita los franceses se encontraron con los puestos avanzados aliados, formados por la infantería ligera de los Brunswick Oels de la Séptima División de Hope, y entonces comenzó la primera escaramuza de la Batalla. Los Brunswickers eran soldados francotiradores alemanes conocidos por su afición a comerse los perros que encontraban, tendencia gastronómica que les empujó a comerse a la mascota del 95 de Rifles en un despiste de éstos últimos.

Ambos comandantes decidieron reforzar a los contendientes, enviando Wellington al 4º de Caçadores de la Brigada Independiente de Pack y al 68 de infantería de la Séptima División. Mientras tanto la escaramuza se había extendido hacia el norte a lo largo de las orillas del arroyo de Pelagarcía donde los fusileros de la Legión Alemana del Rey entraron en acción apoyados por las avanzadas de la caballería británica. Esta escaramuza duró toda la mañana y parte de la tarde. Los aliados mantuvieron el control de la ermita pero no fueron capaces de expulsar a los franceses más allá y éste fue un terreno disputado a lo largo de toda la batalla.

Más al norte, la escaramuza entre los franceses y la caballería aliada no era muy dura, aunque la aparición de los dragones de Boyer hizo que la caballería aliada se retirase, no volviendo a ocupar la posición inicial hasta que la caballería pesada de Le Marchant vino en su ayuda. Pero en el fondo todo esto no era más que un intercambio de amenazas y disparos lejanos sin incidencia generalizada.

Lo que los comandantes podían ver

Mientras la infantería ligera comenzaba la escaramuza, Marmont examinaba las líneas aliadas. Delante de él veía una parte de la Séptima División y la brigada de Pack, que ocupaban la línea de colinas en la parte opuesta del valle del Pelagarcía, a menos de ochocientos metros hacia el oeste. En la distancia podía ver que algunas tropas aliadas (la tercera División de Pakenham y los dragones portugueses de D'Urban todavía estaban en la posición de San Cristóbal en la orilla norte del Tormes. También podía ver movimientos a lo lejos, cerca de Salamanca, era el bagaje pesado del ejército aliado que se estaba empezando a retirar por el camino de Ciudad Rodrigo.

El resto del ejército aliado estaba escondido aunque muy cerca, en el terreno bajo que hay detrás de Pack y la Séptima División. En general el ejército aliado ocupaba una línea que iba de norte a sur, de cara hacia el este, aunque algunas unidades se encontraban más apartadas detrás.

La visión de Wellington también estaba restringida por el terreno. Wellington acompañaba a la Séptima División en las colinas enfrente de Marmont y los dos comandantes podían verse claramente el uno al otro. La división de Foy y las tropas enfrentadas en la ermita eran perfectamente visibles y Wellington además sabía que la división de Sarrut todavía tenía que cruzar el Tormes, pero el resto del ejército francés estaba escondido por el quebrado y boscoso terreno que había entre Foy y el río Tormes.

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