Comienza la Guerra: 1808

A mediados de mayo de 1808, toda España se había alzado en armas contra los franceses. Distintas juntas dirigían la sublevación en Murcia, Aragón, Asturias, Andalucía y Galicia. La capacidad militar de estas regiones era muy variable, pero las principales fuerzas españolas se concentraban en el noroeste y en el sudoeste. Los franceses, por su parte, contaban con un gran contingente de tropas alrededor de Madrid (con líneas de comunicación que se extendían hasta Bayona), con Junot (aislado en Portugal) y con varios destacamentos en Cataluña. Por tanto, ocupaban el centro del país, mientras que las fuerzas de las juntas españolas se mantenían en la periferia. No obstante la población se oponía en todas partes a los invasores con pequeñas acciones, tales como atacar a grupos aislados de soldados, asaltar correos, interrumpir el aprovisionamiento, etc. Poco a poco, las fuerzas imperiales se dieron cuenta de que sólo controlaban las partes de la Península sometidas por sus bayonetas y de que los mensajeros y los convoyes de abastecimiento necesitaban la protección de una gran escolta para poder llegar a su destino.

Sin embargo, una serie de noticias inexactas y la lentitud de las comunicaciones, así como hecho de haber conseguido reprimir el levantamiento del Dos de mayo, habían hecho creer al virrey del emperador, Murat, que la oposición a la ocupación francesa se limitaba a unos cuantos brotes de insurrección aislados, fáciles de sofocar con la intervención de algunas columnas. Hasta bien entrado julio, siguió enviando partes optimistas a Francia; de ahí que, desde el principio de la campaña, Napoleón siempre estuviera mal informado sobre la verdadera naturaleza del conflicto.